lunes, 25 de junio de 2007

8 cosas que quiero contarles

He visto por ahí el juego de las 8 cosas, nadie me invitó :P pero hecha la ley hecha la trampa vi que una chica lo empezó por sí misma y al apenarse por mi queja de "quería hacerlo pero nadie me invitó y no quise mandarme sola" se apiadó y me "invitó" gracias a "Yomisma" :P

1) Pienso que mi sensibilidad es un arma de doble filo, que por un lado me sirve para acercarme a los demás, a entenderlos o preocuparme por el otro y ayudarlos pero que por otro me hace sufrir mucho, las cosas me afectan más.

2) Amo las cosas dulces, son mi debilidad, ataco a ellas en mis momentos de ansiedad o de angustia, me traen un efecto "placentero" pero un daño colateral de kilos de más :S

3) Para que rime con el renglón de arriba "amo las cosas cursis" llamesé florcitas, canciones, poemas, y demases.

4) Digo mucho "te quiero" y no porque no le de importancia y lo use como decir "hola" sino porque tiendo a encariñarme con falicidad con las personas y me gusta recordarles y que tengan presente lo que siento por ellas. Soy un poco "pegote" a veces con mis amigos/as en gral :P

5) Tiendo a querer entender, comprender y manejarlo todo, siempre quedarme con la conclusión de las cosas que pasan, siento que me daría cierta paz, cosa que nunca logré pero que tampoco lograré porque sería una utopía. No me gustan las cosas simples o superficiales, amo analizar, desestructurar, descubrir cosas nuevas. Busco cosas que para lograrlas implique una participación activa de mi parte, buscar, pelear, etc, las cosas "servidas" no me atraen.

6) Me gustan los hombres complicados, enredados, misteriosos, cerrados, pero para simplificarlos, desenredarlos y que se abran conmigo.

7) Acá se me vino a la mente decir algo referido a mi carrera, a comunicar, a escribir, pero ya son obviedades sobre mi persona jajaja.

8) Soy idealista y espero jamás resignarme.

Bueno esas fueron las 8 cosas que me vinieron a la mente...
Nos leemos :P

domingo, 24 de junio de 2007

peeerooo

Una charla no tan extensa pero productivo con mi tío Claudio sirvió para ponerle punto final a una de mis dudas existenciales.
Ok, el hombre es "malo" por naturaleza, ok, es egoísta, piensa sólo en su supervivencia y satisfacción personal, okkk la solidaridad no es ayudar al otro porque pienso en el otro sin esperar nada a cambio, es "dar" algo porque eso supone una virtud "ser bueno" y saber eso me hace sentir "bien conmigo mismo" asi que a fin de cuentas es para sentirme bien conmigo y no para que se sienta bien el otro.
PEEEEEEEEEEEEEEERO...
Hay personas que ni siquiera se detienen a hacer cosas por el otro, ni a escucharlo, ni a ofrecer ayuda, ni a demostrarle cariño, ni a ser atentos, cariñosos, etc.
Qué es preferible? una persona "falsamente" solidaria o una que ni siquiera lo es?
THINK ABOUT IT

viernes, 22 de junio de 2007

UN DÍA PARA LA DEMOCRACIA O DEMOCRACIA PARA UN DÍA

(Este texto ha sido creado para la primera vuelta de las elecciones a Jefe de Gobierno y forma parte de un trabajo práctico para la facultad. Lo posteo aquí porque me parece importante repasar ciertas cuestiones)

Hoy es día de elecciones en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, pero yo no voto por vivir en provincia. Me pregunto, entonces, por qué estoy en este colegio del barrio de Colegiales. Quiero conocer el grado de interés que las personas tienen en el momento de ejercer su deber como ciudadanos, busco actitudes, muecas, comentarios, acciones, intenciones, comportamientos.
La escuela es chica, tiene tres pisos y un salón mediano en planta baja. En el primer piso están las mesas femeninas, en el segundo las masculinas y en planta baja se han improvisado dos biombos que hacen las veces de cuarto oscuro y son también mesas para sufragio femenino. La división entre sexos siempre me pareció absurda y anticuada. Las mesas masculinas del segundo piso son más serias y ordenadas. Por lo general hay hombres de edad mediana que esperan pacientemente de pie su turno y sostienen la libreta de enrolamiento o el documento de identidad entre sus manos entrelazadas. Todos aguardan en una misma posición, manos unidas adelante, brazos y hombros caídos y un pié levemente estirado hacia delante. El silencio es categórico, no se habla ni se cruzan miradas, solo se espera.
Las diferencias con las mesas para mujeres de planta baja y primer piso son notorias. En el primer piso se juntan las colas de tres urnas en un pasillo angosto junto a las escaleras. La gente busca su número de mesa por aquí y por allá, las mujeres que están haciendo fila se ponen a conversar para pasar el rato. La gente se apretuja y va de un lado al otro. Pero entremedio del tumulto algo me llama la atención.
Una mujer con cara de sapo busca nerviosamente algo en su cartera. Está de espaldas a la mesa y tiene el sobre firmado y sellado en su mano. Pero todavía no ha pasado al cuarto oscuro. Revuelve sus cosas apresuradamente y de manera molesta. No puedo saber qué busca exactamente. En ese momento, la presidente de mesa pregunta: -¿listo? Podés entrar. Dejá el bolso sobre la urna si querés…- Pero antes de hacer eso, logra sacar de la cartera un paquete de pañuelos descartables y se lo guarda en el bolsillo. Ahora sí, con el paquete de pañuelos y con el sobre en su mano entra a votar. La situación es curiosa: si alguien tiene la necesidad de limpiarse la nariz urgentemente, para lo cual busca pañuelitos descartables en su cartera, luego de encontrarlos no los guarda inmediatamente en su bolsillo, simplemente, se suena primero la nariz y luego entra al cuarto oscuro. Por lo que deduzco que dentro del paquete hay escondido un papel o una boleta determinada. Pero esto no es todo, la mujer (una tal Majul, según su documento) tarda mucho en salir. Han pasado varios minutos desde que entró y los integrantes e la mesa comienzan a preguntarse que puede estar haciendo allí dentro. La mujer abre la puerta del aula que oficiaba como cuarto oscuro, y deposita su voto naturalmente. Con algo de prisa toma su cartera, se da vuelta nuevamente y acomoda las cosas que llevaba dentro de ésta. Mientras tanto, las personas continúan pasando pero a la segunda, los fiscales de mesa entran varias veces al cuarto oscuro ya que al parecer había ciertas irregularidades. Lo último que pude escuchar es que la fiscal decía que iba a ser necesario entrar a ver el estado de las boletas cada cierta cantidad de personas y que no había que permitir que la gente entrara con bolsos.
Mientras Majul se retira del establecimiento educativo, en otra mesa, una mujer embarazada pide permiso para pasar a votar primero. Como su condición lo amerita nadie tiene problemas en ceder su lugar. Pero al ver que eso ocurría con la mujer embarazada, otra persona que lleva un nene de aproximadamente cinco años en brazos pide permiso para adelantarse en la fila y votar primero también. Una tercera mujer se queja de esta actitud, aludiendo que si bien ella tiene un chico chiquito aguardándola en su casa no se va a adelantar por ese motivo en la fila, correspondía que esperara su turno como todos. En un instante, explota una discusión. Pese a todo, la mujer que traía al nene en brazos logra pasar primero gracias a la intervención de los integrantes de la mesa. Sin embargo, mientras se encontraba dentro del cuarto oscuro estos últimos emprenden una crítica furiosa contra ella. Todos se dan la razón con todos, estaban indignados por la osadía. Sin embargo, cuando esta persona sale del cuarto oscuro, frente a miradas acusadoras de los votantes, los integrantes de la mesa la despiden con su mejor sonrisa y como si nada de lo anterior hubiera ocurrido. Es, sin duda, otro caso de “hipocresía democrática”.
Una presidente pasa haciendo equilibrio con una urna, un padrón electoral, un documento y una lapicera rumbo a planta baja. Intento seguirla para ver lo que ocurre. En la escalera me encuentro con algo insólito: un tipo está haciendo rebotar contra el suelo una pelota de tenis. Está apoyado en la pared del descanso de la escalera y repite rítmicamente la palabra “compro”. No puedo averiguar más, debo seguir a la mujer con la urna. Se trata pues del voto de una persona discapacitada. Una anciana con andador interrumpe a la fila de votantes de planta baja para poder usar el cuarto oscuro (un biombo de madera pintado de gris). La presidente, con la urna en la mano, se queda esperándola al igual que todas las demás personas.
Abajo, es esa mesa, se había juntado una gran cantidad de gente y me quedé ahí para observar. Otra señora inicia un escándalo, indignada por la cantidad de gente que se había juntado. Previamente había estado hablando con indignación con la que le seguía en la fila. Si bien ella no había tenido que esperar tanto y se encontraba en segundo lugar: ¿a quien no le gusta salir en defensa de todos aquellos que no pueden o no quieren hablar?
- Hace una barbaridad que estoy esperando, mire la cola que se juntó, las otras mesas no tienen semejante cola – inquiría a los integrantes de la mesa.
- Señora, yo estoy acá desde las siete de la mañana y tengo que estar acá hasta las nueve de la noche, me faltaron dos personas, tenga un poco de paciencia. – dijo la presidenta con un tono de vos elevado.
La primera en la fila se sumó al argumento de la segunda, con la típica frase: “Nosotros también tenemos cosas que hacer” pero al ver que no conseguían más adhesiones entre los votantes y considerando que, después de todo, a ellas ya les tocaba su turno, decidieron callarse la boca y esperar los segundos que faltaban.
Pocos minutos después una mujer muy bien vestida y arreglada exige a la mesa que no calculen su edad, lo exige casi duramente, como si su coquetería afectara su obligación y derecho de votar. Pero hay algo más en ella que me llama la atención. Tiene en sus manos un libro curioso. “Los Cuarenta Bramadores” es un libro de Vito Dumas, un navegante que se encausó en la aventura de recorrer el mundo en 270 días, en plena segunda guerra mundial, con un barco de vela y que pasó por la llamada “ruta imposible”, es decir, atravesó los tres cabos más peligrosos: Buena Esperanza, Tasmania y Hornos afrontando multitud de peligros y sufrimientos. Vito Dumas nació en la Argentina y es como un Ulises moderno. Bajo ese título cuenta sus hazañas. Pero éste libro, en este momento particular, representa además otra cosa. Es una metáfora de la historia del sufragio en la Argentina. El fraude electoral que caracteriza toda la primera parte de nuestra historia, las masivas elecciones llevadas a cabo por el radicalismo y el justicialismo, y las continuas intervenciones por parte de regímenes militares son asimilables a estos tres cabos en los que abundan las tempestades. Y la democracia es el barquito de vela que las atraviesa casi naufragando, preso de las inclemencias del tiempo, pero que sin embargo logra, tarde o temprano, salir a flote.
Por las actitudes que tuvo antes y después de entrar, me di cuenta que la mujer votó a Macri. Me pregunto entonces, cuales serán los nuevos obstáculos que Vito Dumas deberá afrontar y si alguna vez llegará a buen puerto.
Pero mi pensamiento se suspende, una vez más, por las circunstancias que acontecen. En la larga cola formada en esta mesa hay, como es de esperar, mujeres. Solo una chica está abrazada a su novio muy tiernamente. Es una pareja joven que rondará los treinta años de edad. Al parecer decidieron disfrutar juntos este maravilloso acto de ciudadanía. La cola avanza pero ellos siguen abrazados, no se separan nunca. Cada tanto un arrumaco cursi entre el papeleo que los rodea. Parecen no estar ahí, presentes en la fila, sino paseando al aire libre en el Rosedal. Cuando llega su turno, los dos se despiden. Ella se separa tortuosamente de su amado para ejercer su voto y pasa detrás del biombo. El muchacho queda desolado, ansioso de que salga para volverla a ver. Cuando, a los pocos segundos la chica se retira de la mesa, los dos tortolitos se abrazan y se besan amorosamente. Una historia de amor digna de una novela del Romanticismo pero que, en la actualidad, desencaja absolutamente.Cerca de la mesa masculina hay un cartel que comunica a los votantes que aquel que no ejerza su obligación de votar, o que obligue a otro a votar de determinada manera, o que prohíba, por cualquier medio, que otro ciudadano vote, será penado por la ley con una condena de hasta tres años de prisión. Irónicamente, termino de leer esto y escucho que un fiscal de mesa dice: -“Acá no entra nadie más hasta que no traigan unas buenas pizzas de muzzarela”. Finalmente, he encontrado actitudes. La actitud del voto se disipa entre tantas otras actitudes que rozan lo cómico y lo grotesco. Parece más bien como si se tratara de una fila en la caja del supermercado o en la parada de un colectivo. Nada las distingue de aquellas que ocurren en vida ordinaria. ¿Acaso votar debe ser como ir al supermercado o andar en colectivo? ¿O debe ser verdaderamente un acto serio y responsable, propio de una vida democrática en la que se respetan las diferencias? Votar, hoy por hoy, es un trámite que se trata de eludir, es solo una perdida de tiempo que no nos permite disfrutar del domingo. La impaciencia de la espera no es por el destino de la democracia, por la representación de nuestros intereses y expectativas, sino porque se pierde tiempo para preparar el asado y la ensalada. Si lo tomamos como una pérdida, verdaderamente lo será para todos; si lo tomamos como una ganancia, todos, antes o después, saldremos beneficiados. Todo lo anterior da cuenta, en su medida, del estado en que nos encontramos.

martes, 19 de junio de 2007

Corpus extraído fresquito de la semiosis social

Situación: Mamá, Papá y yo en el comedor mirando Son de Fierro mientras comíamos.

Mamá señala una escena del programa y dirigiéndose a Papá le dice: "Mirá, mirá, escuchaste no?"

Yo me río, pero no acoto nada, mamá me mira y se ríe pensando que eso fue una especie de gesto de complicidad de mi parte, acto seguido hago un gesto como moviendo la cabeza que se me hace difícil describir en palabras, pero la cuestion es que ella me pregunta qué por qué me río y yo le respondo:

Es que sé los mecanismos de fondo por los cuáles operan las novelas y films de ficción para generar ese efecto en vos, qué bien que funcionan.

Mamá repregunta: y cuáles son esos?



Acto seguido salgo corriendo a buscar el resumen de semiótica!! :'(



Mañana parcial. Estoy muy nerviosa. Espero que me vaya bien.

viernes, 15 de junio de 2007

Otro de mis pensamientos en voz alta

Ella me dijo que le costaba decir lo que sentía, no porque no lo supiera, no porque no entendiera, sino que no podía ponerlo en palabras, entonces yo le recomendé contarlo en tercera persona, claro, como un relato, como un cuentito, que cambie algunas cosas, que exagere o minimice, que imagine, que invente, no se trata de mentir, no es una declaración jurada sino una de tantas formas de expresarse, desahogarse, el límite entre la realidad y la ficción lo pone cada uno e incluso mejor aún cuando dejás picando el bichito de la incertidumbre o no?

miércoles, 13 de junio de 2007

Norah Jones - Come away with me


Norah Jones - Ven conmigo

(traducción)

Ven conmigo en la noche
Ven conmigo
Y te escribiré una canción

Ven conmigo en un autobús
Ven conmigo a donde no nos puedan tentar
Con sus mentiras

Quiero caminar contigo
En un día nublado
En campos donde la hierba amarilla crece a la altura de la rodilla
Para que no intentes venir

Ven conmigo y nos besaremos
En la cima de una montaña
Ven conmigo
Y nunca dejaré de amarte

Y quiero despertar con la lluvia
Cayendo en un tejado de estaño
Mientras yo estoy a salvo en tus brazos
Así que todo lo que te pido es
Que vengas conmigo en la noche
Ven conmigo


No sé insertar video de youtube =( pero aquí tienen el link, por si lo quieren ver, es muy bonito y la mina tiene una voz increible:

http://www.youtube.com/watch?v=aBKcKQHZXks

viernes, 8 de junio de 2007

Manual anónimo?


... y por qué?
... de dónde sacaste que eso es asi?
... quién lo dice?

Preguntas que me eran formuladas una y otra vez y yo sin saber responderlas.

Ahora pregunto yo:
¿quién? ¿cómo?

Tal vez pueda responder esas preguntas algún día, tal vez no.



Cuento con una especie de manual que tengo interiorizado, no hace falta coherción externa pueden creerlo? es mucho más eficaz que cualquier amenazada de sansión por parte de la policía o el Estado. No sé de dónde salió el manual, no sé quien lo escribió ni cómo llegó a formar parte de mi. Hoy me di cuenta de su existencia y me siento realmente sorprendida de cómo viví mi vida hasta el día de hoy. En mi manual hay una lista de cosas "buenas", otra de cosas "malas" y una serie de requisitos que a mi edad tengo que "cumplir" para ser una "buena persona" o considerarme alguien "con una vida rica, llena y exitosa" Obviamente que no los cumplo desde mi punto de vista, es decir, creo que nunca los cumplí ni llegaré a cumplirlos porque sino llegaría a ser perfecta y la perfección es una utopía, sin embargo, eso no quita que me autopresione y me autoexija todo el tiempo para impulsarme a llegar cada vez más cerca de este objetivo.
Ni siquiera se trata de "ser feliz" o si? Todos buscan "ser felices" como si eso fuera una meta a la cual alguna vez llegáramos, hay que saber reconocer y valorar los momentos de felicidad, ahora bien, será que cuantas más metas personales alcancemos los momentos de felicidad sean mayores?? creo que me acerco más a entenderme yendo por ese lado.
Qué mejor mecanismo para el sistema que la autoregulación de cada persona?! Conmigo el sistema podría descorchar una sidra y ponerse a brindar, eso es lo que pensaría si fuera una persona, pero no, es algo abstracto, formado por muchas cosas concretas sí. A simple vista podría despreocuparse de mí porque al parecer sigo cuan biblia una serie de principios morales y éticos, y me siento mal conmigo misma cuando me aparto de ellos, yo aporto al status quo casi todo tiempo... casi, casi todo el tiempo, porque tengo mis momentos de replanteos de reflexiones, pero qué pasa? son sólo momentos y no se traducen finalmente en acciones.
Vuelvo a traer las preguntas: por qué? quien dijo?
quién dijo que uno tiene que alegrarse por las cosas buenas que le pasan a los demás?
quién dijo que está mal sentir bronca porque esas cosas no le pasan a una misma?
Me lo dijo mi propia terapeuta imaginensé!
Lo que pasa es que ninguno quiere admitir ciertas cosas, muchas veces ni siquiera quiere admitírselas a sí mismos, pero están, están.

sábado, 2 de junio de 2007

Acerca del Sentimentalismo o del Egoísmo Humano (por Walpok)

El otro día, en una conversación callejera Marisol y Eliana se dieron cuenta de algo que para algunos es difícil de entender y para otros resulta evidente. Y darse cuenta de eso las deprimió bastante. Estábamos comentando mi visión acerca de la esencia del ser humano y les dije que la bondad, el amor, la caridad y otros sentimientos a los que el hombre les atribuye carácter positivo operaban de la misma manera que aquellos sentimientos considerados negativos tales como el egoísmo, el individualismo, la omnipotencia, etc. Solo son mecanismos psíquicos inconscientes de autosatisfacción individual.
Como dije anteriormente, el ser humano es un animal competitivo, que busca ejercer coerción sobre otros individuos de la misma especie. El individuo, como tal, piensa primero en su conservación individual y en su bienestar personal y esto lo hace un ser egoísta. El hombre es “malo” por naturaleza y ha trasladado ese modo de ser a la cultura para que el poder nunca pueda ser disputado o cuestionado en sí mismo. Un ejemplo tonto puede aclarar estas cuestiones. Si yo choco a una persona que camina por la calle y le causo un daño, yo puedo sentirme mal, apenado o avergonzado por lo que he provocado pero eso no significa verdadero interés en la persona. Se trata pues de un mecanismo mental de autosatisfacción. El hecho es insalvable porque ya ha ocurrido: yo choqué a esa persona y le provoqué un daño. Como esa conducta, dentro de las normas y leyes que rigen una cultura particular en un lugar y momento determinado (esto es, avanzar sobre el espacio corporal del otro sin que el otro lo permita y provocarle un daño físico sin justificación previa), no es aceptada existe un mecanismo mental por el cual el arrepentimiento y la disculpa actúan como un posible agente solucionador del conflicto restableciendo la calma y aliviando el castigo impuesto culturalmente.Hay que agregar, para que esto se entienda plenamente, que las normas morales y culturales operan en nuestra mente, que se trata además de mecanismos inconscientes y que por más que sea un sentimiento “malo”, la valoración positiva de si mismo que todo sujeto tiene hace que él se sienta bien (inconscientemente) de sentirse mal porque de ese modo está dando cuenta de su calidad de persona (por eso es de autosatisfacción). El otro o la opinión que la sociedad en general le atribuya se vuelve importante en función de uno mismo. Por este motivo, aquel que le da una moneda a un indigente recibe una complacencia personal que opera conforme a la ética y que podría resumirse como: “yo me siento bien de ser una persona a la que le importa el otro”. Pero en realidad, por más que no queramos, el mecanismo sería "yo me siento bien de sentirme bien porque dentro de la sociedad, esta actitud es una de las tantas que caracterizan a una buena persona”. Creo que queda claro, hasta aquí, la relación establecida entre las valoraciones personales (sentimientos, emociones) que uno tiene de si mismo y su relación y articulación con la construcción mental del mandato cultural/social. Lo triste de lo expuesto es que queda poco espacio para el corazón.

Desde 22/08/07