sábado, 8 de noviembre de 2008

Pareciera que lo popular se ha vuelto hegemónico...


Hoy podemos encontrarnos con que el texto hegemónico de la cultura argentina es un señor que todas las noches a las once de la noche pone minas en bolas, las hace bailar, durante horas, y horas, y horas, después se le desmayan (“¿Cómo te sentís Karina?” “Me siento mucho mejor, “¿Qué te recomendaron los médicos?”, le pregunta el periodista. “Mirá, me atendí con los médicos de Ideas del Sur”, y uno dice, bueno, hasta hospital tienen). El asunto es que el texto hegemónico es un muchacho provinciano, y humilde, que todas las noches junta 25 millones de pelotudos delante del televisor viendo minas en bolas poniendo el culo en el caño. Y uno diría qué bueno, llegó la revolución y no me enteré, los textos populares se han vuelto hegemónicos, las mujeres ocupan el centro de la pantalla y organizan el discurso. Hemos conseguido la liberación sexual tan deseada, se coge gratis en las plazas, los preservativos te los ponen en el bolsillo, hemos llegado a la liberación sexual, dicen teta en cámara, dicen culo en cámara, dicen puto en cámara, hacen chistes sexuales, lo hemos logrado, tenemos una TV culta libre y democrática, ¡si hasta bailan los ciegos, carajo!  ¡Las travestis ganan los concursos! Quién ganó el primer Bailando por un sueño? Florencia de la V lo ganó. Una señora con pija ganó el concurso. ¡Esto es una rebelión fantástica! ¡Los subalternos se han levantado, la cultura popular insurrecta ha alcanzado el poder!... ¿Cómo, no es así?


Lo popular tiene como principio articulador el conflicto, y lo masivo la homogeinización, la matriz masificadora pretende llegar a la mayor cantidad de sujetos posibles, por lo tanto diluye el conflicto. Los medios forman parte de esa matriz, pero también la escuela, las políticas de salud, etc.

Por eso a no confundir, lo popular no se ha vuelto hegemónico, lo que estamos viendo es a lo masivo que pretende hacerse pasar por "la cultura de la gente".


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