jueves, 3 de enero de 2008

Congreso, Saenz Peña

Ya me he referido a mi pésimo sentido de ubicación. Hoy tuve una entrevista de trabajo y cuando me fui a fijar en la guía T me enteré que Paraná era la continuación de Saenz Peña.
Puteé por tener que bajarme en esa estación del subte A. Mis amigas ya deben estar podridas, en especial Mel que es con quién más me muevo por la city porteña. Parezco las viejas que siempre repiten las mismas cosas de su pasado, como si no tuvieran un presente que contar.

Y dale con el versito de que el subte A me recuerda cuando trabajaba con Ale, ese fue mi primer laburo de verdad, en el que me sentía útil, productiva, cómoda, con autonomía, responsable, valorada y así podría seguir.
Fueron casi 6 meses en los que aprendí un montón de cosas y siempre le voy a agradecer a ella que me haya dado esa oportunidad, y no hablo sólo en el ámbito laboral sino la oportunidad que me dio toda su flia en esos meses para conocerme, para abrise conmigo y ver que no era tan mala después de todo.

Y hoy cuando bajé en Saenz Peña no me confundí como siempre la escalera para salir, porque recuerdo a la perfección el camino que seguíamos los dos, cuando íbamos junto a trabajar. Y hoy se me vino a la mente la imagen del día en que se me había quedado enganchado la bufanda con el maletín de un tipo y no podía salir del vagón, él me ayudó a destrabarla y me dio su mano para salir juntos.

Abrieron un negocio nuevo pero la panadería de las cosas ricas sigue estando casi en la esquina. También a unos pasos está el kiosco en el que a la salida los días de mucho calor él compraba gatorade y la tomabábamos juntos. Y cada rinconcito tiene sus recuerdos, miles de ellos escondidos detrás de cada adoquín o arriba de los techos de las paradas de colectivos.

Después me aterró la idea de encontrarme al dueño de la oficina, por decirlo así, tengo entendido que Ale ya no trabaja más en ese lugar. Para mí sería muy fuerte ya que hace meses (muchos que suman más de un año) que no le veo la cara. Nunca nos llevamos del todo bien por no compartir la misma clase de humor, y yo me ponia nerviosa porque no sabía que decir pero me desesperaba por caerles bien.
Improvisé un diálogo interno con preguntas sobre el laburo la aduana y esas cosas, el clima, ay qué calor, la familia bien? feliz comienzo de año y a otra cosa.
Al final no pasó nada y me sentí muy tonta caminando y mirando para todos lados.

Melancolía señores, ha tocado mi puerta.

Si me llegan a tomar más me vale controlarme, porque no quiero ponerme triste todos los días.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ja, mas vale que te acostumbres, no es cuestión de vivir pensando en que te lo vas a cruzar (a mi me pasa y es horrible!!)

Desde 22/08/07