lunes, 9 de julio de 2007

Pequeña fábula: “Convicciones” (por Walpok)

Esta fábula escrita por mí hace muchos años (por eso, perdonen la redacción, pero la quise transcribir tal cual) me pareció pertinente para pensar un poco acerca de la manera que nosotros tenemos de ver a los demás y, así mismo, la manera de ver que tienen los demás para con nosotros o lo que nosotros mismos creemos que ven los demás de nuestra persona. Me acordé de este texto hablando con Eliana sobre lo importante que es para ella la estima y la aceptación de los demás y que muchas veces eso juega en contra. No hay que estar tan pendiente de la opinión que los otros tienen sobre nosotros. Lo importante, me parece, es saber quien es uno y a partir de allí construir nuestras relaciones con los demás. A ver…

Los postes del cableado eléctrico se extendían a lo ancho del campo y se perdían en el horizonte en una línea que parecía perpetua. Justo enfrente, en los tres postes más viejos, de madera agujereada y descascarada, anidaban seis horneros con sus casitas fuertemente construidas y sujetadas. Se saludaban cada mañana como buenos vecinos.
No tardó en llegar un séptimo que decidió instalarse un poste más hacia el norte. Éste hornero no demoró en llamar la atención de los demás. En lugar de armar su nido con una colección cuidadosamente seleccionada de ramas y barro, lo hizo con algunas hojas de sauce y hierbas verdes. Las colocó cuidadosamente, con paciencia infinita y armó su casa, no en forma de horno, sino de cubo. Por lo que el agua no escurría y las lluvias pampeanas deshacían el quebradizo hogar mil veces.
Entonces allí comenzaba de nuevo la inagotable tarea de reconstruirlo. Lo bueno, era que aprendía de sus errores y paso por paso desarrollaba una madriguera más resistente y cómoda que la anterior. Pero sus vecinos, de los palos contiguos, no admiraban ni entendían su capacidad de aprender, y lo acusaban de loco por las extrañas cosas que hacía.
Todas las mañanas se saludaban unos a otros con un estrepitoso pitido al unísono, salvo, claro, el del poste cuatro. Parecía tan loco para los demás, que nunca saludaba simultáneamente sino que a veces esperaba más, otras veces menos, pero nunca lo justo. Lo cual, por cierto, no era considerado como algo muy cortés dentro del mundo social de estas aves.
Él entendía que no estaba naturalmente condicionado como los demás, pero sabía que no estaba loco.
Volviendo a la arquitectura, a su casa sólo le faltaba una cosa para ser perfecta: las entradas por lo general siempre apuntan hacia el norte, de donde se puede recibir el viento caliente. Sin embargo, al pobre pájaro discriminado, no le importaba el viento cálido y por eso había puesto la entrada mirando hacia el este. Pero esto tenía, al menos para él, una explicación lógica: tenía una profunda admiración por los amaneceres, le resultaba deslumbrante ver el paso de la oscuridad a la luz, los cambios en las tonalidades. Era como renacer cada día y particularmente le era atrayente la luz calórica del sol, como una representación de su vida en libertad. Para él, esto era todo lo que necesitaba espiritualmente.
Los demás, al ver la desfachatada arquitectura del hornero, tenían tema de burla para todo el día. Fue entonces cuando uno de sus vecinos intentó convencerlo de que cambiara la orientación de la entrada, y así acercarse a la aceptación del grupo. Según ellos, no podía haber nido, en aquella pajarera, que estuviera desprolijo o pareciera extrañamente construido porque si así fuese qué iban a pensar las malas lenguas.Él deseaba ser aceptado, pero no quería renunciar a su único sustento de fe y esperanza. Pensó, meditó y reflexionó, y finalmente optó por irse lejos, no sé a donde, tal vez a otro tendido más allá del horizonte, volando hacia el este en busca de su sol.

2 comentarios:

Eli dijo...

Qué triste el pajarito se fue!!!!!
sniffff

Propongo un elije tu propia aventura y le damos un final feliz como todos los cuentos para niños (?)

just me dijo...

Creo que todo el tiempo nos pasa esto no? como que tenemos que elegir y renunciar a algunas cosas para poder conseguir otras. Es dificil uno muchas veces duda de haber tomado la decision correcta, sin embargo creo que lo bueno es animarse a tomarla y nunca renunciar a nuestros deseos y sueños. Besos! que estés bien!!!

Desde 22/08/07