viernes, 30 de noviembre de 2007

Tan intenso y tan fugaz


En un primer momento buscaba intencionalmente tomar ese colectivo a una determinada hora, no importaba que su ruta así se alargara o que incluso llegara a destino mucho más temprano por subirse a ese horario, o mejor dicho, para pasar por ese lugar a esa hora.
Ella sólo quería VERLO, sentirlo cerca al menos físicamente, por más que él la ignorara, a pesar de que tal vez ella ni siquiera se atreviera a hablarle y se escondiera en los asientos del fondo. Ella buscaba al menos que él pase a su lado y poder oler su perfume que tanto la atrapaba.

Todos los intentos fueron fallidos, y a medida que arrancaba las hojas del calendario ella se iba retrasando con el horario, a veces se quedaba dormida o cambiaba el camino.

Así como todos los duelos tienen sus etapas, esta separación también tuvo las suyas.
Ella experimentaba sensaciones contradictorias y cambiantes, todo el tiempo hasta que llegó un momento en el que dijo BASTA, y se encaprichó en intentar evitar lo que en realidad jamás sucedía, es decir, verlo o saber de él.

Por un capricho del destino (o como me gusta llamarlo a mí, esacosaquenodependemi) un buen día tomó ese mismo colectivo, aunque en otro horario con el objetivo de ir a un negocio para comprarse ropa y en medio de la situación más cotidiana de su vida, sentada observando a través de la ventanilla puertas negras ventanas marrones y paredes blancas LO VIO, ahí, al lado del puesto de diarios, ahí rozando el poste en dónde una vez había pegado un cartelito de feliz mes (que por cierto él jamás se interesó en ir a ver) en esa esquina por la cual pasaba caminando varias veces por semana pero que hacía meses por no decir años que no pisaba, ahí mismo esa tarde ella vio esa esquina más brillante, la invadió una luz intesa que le hizo doler, segundos después todo comenzó a girar muy rápido en su cabeza y hasta se preguntó si la persona sentada a su lado no escucharía los fuertes latidos de su corazón.

Él, de traje y con un maletín, miraba su reloj mientras hablaba por teléfono celular, el estereotipo que siempre quiso ir, y el que nunca quería yo que se conviertiera.
Tan igual y tan distinto a la vez, sí, era él, pero el brillo de sus ojos ya no era el mismo, su mirada estaba perdida y su presencia mostraba cómo estaba atrapado en el mundo capitalista, harto, cansado, sin ganas, sin deseos sin nada.
Todo eso lo sintió en segundos que no sé si llegaron a ser un minuto.

Fue todo tan intenso y tan fugaz.

No se molestó ni en mirar al colectivero y puso la moneda de manera mecánica mientras continuaba hablando por teléfono en tono agresivo.
Pasó a su lado pero no la registró, él estaba como más allá de todo pero en cierta forma formaba parte del grupo que viajaba en el colectivo. Se sentó un poco más atrás de ella, eso fue lo último que vio, y no se atrevió a voltear la mirada una vez más.

Llegado el momento de bajar ella sintió pánico, ya estaba demasiado nerviosa y ese no encuentro la había dejado confundida, él ya no era la persona de quien ella se había enamorado alguna vez, y no hacía falta cruzar palabras, ella lo conocía tanto tanto que sólo con mirarlo le atravesaba el alma y podía darse cuenta en lo que se había convertido. Un hombre ambicioso y frío, todo lo contrario a ella.

Respiró hondo y se dirigió a la puerta, intentando mostrarse relajada, para su sorpresa, él se había quedado dormido apoyado contra la ventana, detuvo su mirada en él unos instantes recordando las veces que habían dormido juntos, él le daba tanta paz... pero ahora la situación era otra, sus facciones confirmaban la primera impresión, un hombre esclavo del trabajo, exahusto y sin sueños ni ilusiones ni nada que le pueda sacar una sonrisa. Verlo así, le provocó incomodidad y rechazo, y entonces decidió seguir su camino.

Dicen que no hay verdades absolutas.
Yo digo que todos creemos lo que queremos creer, lo que preferimos creer.

Y pienso que quizás el tipo era el hombre más feliz del mundo pero ella eligió ver otra realidad, una que le convenía más, para sentirse mejor, a fin de cuentas, consigo misma.

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